19. ?Es la abstinencia sexual necesaria o aconsejable?
Cuando las criaturas humanas se hayan finalmente liberado del error de las ventajas de la abstinencia sexual, habrá también mucha menos infelicidad. La abstinencia forzada es una transgresión que puede vengarse amargamente. Las leyes en la Creación entera, adondequiera que se mire, muestran el camino de forma lo suficiente clara. La supresión es antinatural. Y todo lo que es antinatural se convierte en una rebelión contra las leyes naturales, es decir, contra las leyes divinas, por lo que, como en todas las cosas, tampoco aquí trae buenas consecuencias. Por lo tanto en ese preciso punto no hay excepción alguna. El ser humano simplemente no debe dejarse dominar por el impulso sexual, no debe hacerse esclavo de sus instintos, pues entonces los transforma en una pasión, por lo que lo natural y sano, se transforma en mórbido vicio.
El ser humano debe de ponerse por encima de eso, es decir: no debe por acaso forzar la abstinencia, sino ejercer un control con su moral interior pura, a fin de evitar males para si mismo y para otros.
Si alguien supone elevarse más espiritualmente a través de la abstinencia, le puede fácilmente suceder precisamente todo lo contrario. Según su disposición, habrá de mantener una lucha más o menos constante contra sus instintos naturales. Esa lucha le absorbe gran parte de sus energías espirituales, por lo tanto, las mantiene atadas, con lo que no logran actuar de otra forma. De esa manera, queda impedido el libre desabrochar de las fuerzas espirituales. Tal persona sufre, de cuando en cuando, graves opresiones anímicas las cuales le impiden una jubilosa elevación interior.
El cuerpo es una dadiva confiada por el Creador, con lo cual el ser humano tiene la obligación cuidarlo. De la misma forma como el ser humano no puede abstenerse impunemente de las exigencias corporales como comer, beber, descansar, dormir, la evacuación de la vejiga e intestinal, así como la falta de aire fresco y el poco ejercicio pronto se hacen sentir de forma desagradable, de igual manera tampoco podrá interferir en las exigencias sanas de un cuerpo maduro en la actividad sexual, sin que con eso se perjudique a sí mismo de alguna forma.
La satisfacción de las necesidades naturales del cuerpo sólo puede favorecer al ser humano interiormente, es decir, al desarrollo de lo espiritual, jamás molestar, pues de lo contrario el Creador jamás la habría instituido. Pero en eso como en todo lo demás, todo exceso es nocivo. Es preciso observar atentamente que esa exigencia no es sólo consecuencia de una fantasía provocada artificialmente, de un cuerpo debilitado o de nervios sobreexcitados por lecturas u otras causas. Ha de tratarse realmente solo de la exigencia de un cuerpo sano, la cual nunca se manifiesta de forma muy frecuente al ser humano.
Eso sólo ocurrirá cuando exista previamente una completa armonía espiritual entre ambos sexos, la cual finalmente tiende a veces también a una unión corporal.
Todas las demás causas son para ambas partes denigrantes, impuras e inmorales, incluso en el matrimonio. Dondequiera que no exista armonía espiritual, la continuación del matrimonio se tornará una absoluta inmoralidad.
Si la reglamentación social todavía no ha encontrado un camino correcto para tal propósito, en nada altera tal falta a las leyes naturales, las cuales jamás se regirán según las disposiciones humanas y conceptos equivocadamente adoctrinados. A los seres humanos no les restará más que ajustar sus convenciones estatales y sociales a las leyes naturales, es decir, a las leyes divinas, si lo que quieran es la salud y la paz interior.
La abstinencia sexual tampoco tiene nada que ver con la castidad. La abstinencia podría ser clasificada con el concepto de “decencia”, derivado de la autodisciplina, educación o autocontrol.
Como legitima castidad se debe comprender la pureza de los pensamientos, pero pureza en todas las cosas, hasta incluso en los pensamientos profesionales. La castidad es una característica puramente espiritual, no es física. Incluso en la satisfacción del instinto sexual, la castidad puede ser mantenida plenamente por la pureza mutua de pensamientos.
Además, la unión corporal no tiene como finalidad solamente la procreación, sino que debe realizarse así el proceso no menos valioso y necesario de fusión íntima y del intercambio de fluidos un mayor desenvolvimiento de fuerzas.